
Me gusta que el despertador me despierte y volverme a dormir. Los baños largos y con espuma. El olor del embutido, rodar por la hierba, las peleas inocentes y amigables. Me encanta cambiarme de lado en la cama y descubrir las sábanas congeladas. Disfruto con la familia, con una buena clase en la que atienda y aprenda, con los libros que te enganchan y no te sueltan aún habiéndolos acabado. La lógica, los días de sol, arena y sal, encontrarme a alguien en el lugar menos esperado. Me gustan los nervios de esos que te ponen histérica, pero de alegría, siempre de alegría. Los sustos, las películas con las que terminas y te propones a ti misma volver a verlas para lograr entenderlas. Hacer la compra y poder coger las tonterías que quiera, de las que luego se quedan de por vida en la despensa. Un chiste bueno, y mirar al resto con complicidad para acordar una risa falsa cuando éste es malo. El sonido de la lluvia y su contemplación, revivir la infancia aunque sea viendo un capítulo de dibujos. Me gustan las tardes sin hacer nada, y en las que hay demasiado que hacer. El humo de una chuletada, la cera de las velas, el viento juguetón. Adoro ir a dormir sin sueño, aprender palabras nuevas, poner las últimas en práctica. Los pequeños recuerdos plenos de significado, la fotografía, la leche con mucho nesquick, las voces en versión original. Me gustan las risas escandalosas, originales, ridículas. Los besos de verdad, no de los que se dan al aire. Los chicles fuertes, descubrir nuevas capacidades, los viajes.
Me gusta la vida.