martes, 10 de noviembre de 2009

Eso es así.

Soy incapaz de hacer cualquier gesto mínimamente fuera de lo común con la cara. No me doy cuenta de lo llena que estoy hasta que no queda más comida en el plato. No suelo cumplir con mis responsabilidades. Me encantan los idiomas, no estoy en ruso en vano. Mi voz tiene una tendencia enorme hacia la afonía y la masculinidad. Muchas veces el orgullo me ciega. Pienso demasiado para lo poco que actúo. Nunca seré cantante, y esa es mi labor humanitaria con el mundo. Cualquier cosa que me haya entretenido en algún momento, por tontería que sea, se merece estar en la pared de mi cuarto. La exageración forma parte de todas mis expresiones. Creo en las amistades de por vida, y más. No se me hace nada difícil conocer gente nueva, pero sí entregarme a ellos. Probé todas las actividades del colegio menos guitarra, y es algo que siempre he querido aprender. No creo que pueda, ni estoy muy segura de si debo. No suelo equivocarme con las personas. Siempre creí que tener los 17 sería la bomba, pero ya no lo tengo tan claro. Voy cumpliendo lo que prometo aunque sea años y años después. El ser tan mocosa me impidió aprender a respirar por la nariz, de ahí que me entre el flato hasta sin moverme. Por ahora, la memoria a largo plazo sigue intacta, en cambio tengo amnesia de lo reciente. No me gusta verme en un espejo cuando no lo tenía planeado. Este pelo de cotufa no hay por dónde cogerlo. Recuerdo cosas de antes de los tres años que nunca me ha contado nadie, por mucho que digan psicólogos y filósofos que es imposible. Viviría a base de zumo de mango, chocolate y alguna infusión que otra. Tiemblo cuando me tengo que sacar sangre, y no lloro por orgullo. Como muy bien dije el otro día, no creo en lo sobrenatural, pero no dudo de los que me lo afirman. No, no sé nadar “estilosamente”. No tengo nada preferido, sé lo que me gusta y lo que no. No es difícil satisfacerme con comida, ya que no diferencio soso de salado. Me callo tanto las cosas que a veces hago pucheritos sin motivo. Nunca desmentiré que yo vi el camello de Baltasar en mi cuarto. Tengo sofocos cual menopáusica. Me vicio todas las series existentes en internet. Suelo tener recaídas en morderme las uñas. Yo diría que tengo fobia a las multitudes, o por lo menos un gran agobio. Tengo un vecino loco que sólo da rienda suelta a su locura si está Julia en casa. Me comería un helado hasta en pleno círculo polar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario